Por: Yusuam Palacios Ortega
Tremendo final tuvo anoche la serie Lucha contra bandidos (LCB 2), la otra guerra. Allí estaba, en medio de disparos y tensiones, el alma de la Patria. Cada gota de sangre de nuestros milicianos significaba una herida muy profunda que sólo el coraje y la fuerza moral de los gallos de pelea, esos que salieron de frente a detener a los bandidos; podían coser con hilos de ¡Patria o Muerte! Es parte de nuestra historia la lucha contra el bandidismo, una de las agresiones más terribles que el imperio yanqui realizó contra Cuba. Fomentar y financiar bandas contrarrevolucionarias para derrocar la Revolución triunfante fue un hecho tan execrable que, aún hoy, después de tantos años, nos conmueve.
Eran cubanos organizados en bandas para matar, sembrar el odio por «los comunistas», el terror en los campesinos. Y quemaban casas, destruían sembrados, torturaban sin piedad, asesinaban niños. Y todo eso para acabar con la Revolución, para que Cuba volviera a las garras del gobierno terrorista y criminal estadounidense. ¿Cómo llamarles cubanos a quienes cometieron tales actos?, esos castraron su condición de cubanos, de hijos de esta tierra heroica, esos vendieron su alma al diablo y quemaron, en ardiente fuego, la dignidad que un día tuvieron. Bandidos al servicio del histórico enemigo, el mismo que nos quiere matar con sus políticas genocidas.
Era preciso acabar con esas bandas de mal nacidos, había que detener aquella masacre, nuestro pueblo merecía vivir. Y llegaron las milicias, muchos eran tan jóvenes, otros ya con experiencia, pero todos dispuestos a dar la vida por esta libertad. Era cuestión de honor, de sensibilidad humana, de patriotismo. Una vez más se tejía el alma de la patria. No importaron el sacrificio, las condiciones difíciles como las existentes en la Ciénaga, el dolor por la pérdida de un compañero, los amores y esperanzas de cada miliciano. Todo, absolutamente todo, al servicio de la Revolución que siempre ha salvado vidas.
Ha sido formidable la puesta de esta serie, es cómo si estuviéramos allí, en medio del combate, junto a cada uno de los milicianos, móntandonos en el camión y saliendo al camino a poner fin al bandidismo. Cuánto desprecio sentimos por Felo Sánchez y cada bandido, por los colaboradores de las bandas, algunos por salvarse fueron implacables. Pero fue más la admiración sentida por el Gallo, Mongo Castillo, el maestro, el poeta, el Nene, el elegante, por Yeyo, el alma del campamento. Esos personajes y cada uno de los revolucionarios que hicieron parte de esa lucha, tocaron las fibras de nuestros corazones, nos mostraron la historia, sí, pero nos hicieron vivirla. Así la amamos y la defendemos más.
Lucha contra bandidos… es una obra extraordinaria, es la imagen de lo que hemos sido y somos los cubanos. Es el camino de lo que siempre seremos. Mucha sangre derramada, muchas lágrimas corrieron por los montes, mucho sudaron y enfangaron los uniformes por esta libertad. Tanto ha costado, tantos Gallos y Mongo Castillo la han preservado. Esos son héroes, los que sacrifican todo por una causa justa, los que padecen en desgracia por defender una gran verdad. Por eso, aunque en la escena final, Mongo le dice a su nieto que él no era un héroe, que él solo estuvo y peleó al lado de los que sí lo fueron, que el héroe era el padre del niño, su hijo al que nunca dejó de llorar; nosotros sabemos que sí lo fue. Mongo Castillo sí es un héroe, y de hombres como él tenemos que aprender.
Hoy sigue habiendo bandidos y mercenarios, y la contrarrevolución emplea nuevos métodos para lograr lo mismo que aquellas bandas de asesinos. Hoy continuamos enfrentando a los «voluntarios» de este siglo, los que incluso llegan a amenazar de muerte en las redes sociales digitales, los que pretenden que Cuba vuelva al capitalismo, los anexionistas de este tiempo. La lucha contra el bandidismo no ha terminado. Pululan seres de alma baja que por unas monedas se llenan de moho. Apelan a la hipércritica desaforada, a presionar el dedo en la llaga para verla sangrar, y no curarla después. Optan por la manipulación de la información, el engaño, la mentira. Utilizan, con qué desfachatez, las redes para denigrar en nombre de una Cuba que ellos se han inventado.
Recientemente en un grupo de Telegram, extensión de La Joven Cuba, uno de sus administradores se encargó de listar nombres de cubanos dignos y revolucionarios que defienden la verdad para proferir sobre ellos amenazas. Según el joven bandido, cuando él y los que son como él lleguen al poder, fusilarán a los patriotas listados y a otros como ellos. Si esta es la confrontación que pretende La Joven Cuba, qué bajo han caído. ¿Ante qué podredumbre estamos?, son un asco intelectual. Lo que quizás no sepa ese joven bandido, porque no puede ser llamado de otro modo, es que en Cuba sobran los gallos de pelea para neutralizarlo a él y sus semejantes. Como los gallitos de la serie Lucha contra bandidos, como el Gallo o como Mongo Castillo; nosotros ¡los tenemos bien puestos!
Felicidades por esta serie llena de pasión por Cuba; a su guionista Eduardo Vázquez, a Roly Peña y Miguel Sosa, fallecido antes de ver el último capítulo, a todo el equipo de realización de la obra, a los actores, que hicieron de sus personajes sus propias vidas; y especialmente a esos dos gigantes de la actuación en Cuba: Fernando Hechavarría (Gallo) y Osvaldo Doimeadiós (Mongo Castillo). Necesitamos más series como esta, hoy la batalla lo precisa, es esencial para la formación de cubanos dignos y revolucionarios. Formar patriotas es la misión, formar los nuevos gallos de pelea; para eso siempre es la hora. Recordemos a Fidel: «¡Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!


Es una verdad más que clara. La obra de la Revolución se nutre de hombres y mujeres que jamás pensaron en rendir su valor, en cambiar su independencia. La Cuba que hoy tenemos tiene un alto compromiso con sus muertos, pues en ellos se encuentra la gloria eterna de nuestra libertad. #Red Tocororo.
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