Es un error enorme suponer que el neoliberalismo es solo una canallada burguesa exclusiva del campo económico-financiero. Es un error grave que, de existir así en algunas cabezas, debe corregirse de inmediato. El neoliberalismo es, patéticamente, una emboscada ideológica (en el sentido de la «falsa conciencia» que explicó Marx) desarrollada para disputar e imponer el «sentido común» de ciertos intereses capitalistas en su fase imperial. Verbigracia: es una máquina trituradora de derechos sociales adquiridos; una demoledora de los principios humanistas solidarios; una «picadora de carne humana» en los centros laborales, educativos y sanitarios; es una aplanadora de instituciones y una fenomenal maquinaria de humillaciones, depresiones y desmoralización… todo eso al servicio de un sector peligrosamente desquiciado por la usura, el individualismo más tóxico y la meritocracia supremacista de los amos en alianza con sus cómplices. Un infierno de corrupción y crimen que debe ser tipificado como etapa histórica «de lesa humanidad». La mezcla explosiva de neoliberalismo, fake news y procesos electorales es una industria de la destrucción social altamente sofisticada.
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¿Por qué nos gusta lo que nos gusta?
El capitalismo aprendió a dominarnos por nuestros gustos y nos enseñó a gustar de la dominación misma. Luego de chantajearnos por los alimentos, por nuestros miedos, por la vivienda… por lo básico, el capitalismo entendió que podía vendernos lo que nos place y hacer con la dominación de los gustos un negocio inmenso
Cuba: Estados Unidos y su intento de dominación histórica
Estados Unidos y su intento de dominación histórica
LA NATURALEZA INALTERABLE DE LOS IMPERIOS
Suman cada día más los estudiosos e investigadores de la historia y las ciencias sociales en general, quienes coinciden en calificar como inalterable la naturaleza y el carácter de los imperios hasta hoy conocidos y surgidos como consecuencia de la división de la sociedad en clases y la aparición de las naciones, con la propiedad privada como telón de fondo.
CAPITALISMO, PANDEMIA Y VACUNA
La devastadora pandemia de la Covid-19 ha estremecido al mundo desde hace más de un año y se muestra aun más agresiva y letal de lo que fueron algunas de sus antecesoras más graves en épocas pasadas, como la fiebre amarilla o la peste.
¿Regular las redes sociales? El dilema sobre quién debería controlar (o no) la conversación en la aldea global
Hace poco más de un mes, el mundo entero vio las sorprendentes imágenes de cómo seguidores de Donald Trump invadieron el Capitolio de los Estados Unidos. Esta momentánea insurrección fue apoyada por el todavía presidente a través de su cuenta en Twitter, a la vez que señalaba que Joe Biden se había robado las elecciones de 2020. Inmediatamente, la plataforma digital decidió suspender la cuenta de Trump “por infracciones graves y repetidas a nuestra política de integridad cívica”.
Trumpantojos y el imperio Google
El espíritu de Silicon Valley, en palabras de Eric Sadin, engendra una colonización –una silicolonización– de nuevo tipo, más compleja y menos unilateral de lo acostumbrado, al presentarse como natural y aparentar inmutable. Así, en la llamada “sharing economy” y la cultura colaborativa, pareciera que disfrutamos de un espacio liso, abierto y democrático.
Que el exceso de entusiasmo no nos ciegue
En estos días la alegría por la posibilidad real de que Donald Trump no continúe al frente del gobierno de EE.UU., hace que no pocos tiendan a atribuirle la responsabilidad de todos los males del imperio, lo que puede conducirlos a sobrestimar, hasta donde estaría dispuesto Biden a cambiar la política hacia Cuba.
EEUU. Pandemia, desastre y rebelión en el corazón del imperio (II)
Decía FrantzFanon que “todo grupo colonialista es racista”. Va en su ser excluir al otro. Lo étnico y culturaldeja sus consecuencias en lo socioeconómico; realimentando la condición de clase con factores raciales y viceversa. La industria cultural norteamericana sin embargo es experta en utilizar las diferencias como fuentes de acumulación capitalista, objetualizándolas, haciéndolas mercancía de consumo, reduciéndolas a expresiones folklóricas como la musical o la cinematográfica, pero relegando a sus colectivos, comunidades, pueblos y culturas a la condición de estigmatización, exclusión y sobreexplotación en un perverso modelo de producción y reproducción de normatividades.
Panamá: una y otra Independencia
Panamá se fundó el 15 de agosto de 1519 y de inmediato se convirtió en punto de vital importancia para el comercio entre “el nuevo mundo” y España. Las mercancías, principalmente oro y plata, se embarcaban hacia la ciudad de panamá, de donde se llevaban por tierra a Portobelo, en la costa atlántica, y desde allí se transfería a los galeones con rumbo a la metrópoli.