EE. UU. el país que se autoconsidera la “meca” de los derechos humanos, se presenta como su “campeón defensor”, y se arroga la potestad de calificar como el resto de los países los respetan, tiene un palmaré muy indecoroso y cuestionable en la protección de los mismos.
Algunos ejemplos de los “méritos” acumulados por los norteamericanos en el respeto a los derechos humanos.
Nadie discute que, el principal y más preciado derecho que tiene un ser humano es su derecho a la vida, pues bien, el poderoso vecino del norte es el único país desarrollado sin cobertura universal de salud con una estimación de 45 millones de personas sin ningún tipo de protección sanitaria lo que representa un 15% del total de su población. Su sistema de salud concebido como un negocio y no como un servicio público vital, no pudo proteger eficazmente al pueblo norteamericano de la pandemia de la Covid-19 a causa de la cual hasta el 8 de este mes han muerto 793.230 personas en ese país, lo que lo sitúa en el primer lugar en el mundo en ese negativo indicador.
Constituye un absurdo inhumano que predomine por encima del derecho a la vida, el derecho a poseer armas de fuego que defiende la Asociación Nacional del Rifle, la que en realidad lo que defiende son las grandes ganancias que saca de la venta de armas dentro de EE.UU. Según el sitio Archivo de Violencia con Armas de Fuego (GVA por sus siglas en ingles) en este año hasta hoy 10 de diciembre han sido muerto o heridos en ese “idílico país”, 1000 niños entre 0 y 11 años por disparos de armas de fuego, 5322 adolescentes en edades entre 12 y 17 años corrieron igual suerte y en total han fallecido o sido heridas 42166 personas por similar causa.
Hacia lo externo su currículo en esta materia es aún más vergonzoso.
De acuerdo con el proyecto The Costs of War del Instituto Watson de la prestigiosa Universidad de Brown (EE.UU.), la «guerra contra el terror», de ese país en alrededor de 20 años ha causado la muerte hasta agosto de 2021 a entre 897.000 y 929.000 personas, en su mayoría civiles. Entre las víctimas se incluyen, 680 periodistas y 892 trabajadores de ONG. Muchos más, asegura el Instituto, han muerto por las consecuencias indirectas de los conflictos, como el hambre o la falta de atención sanitaria. Al coste de vidas hay que adicionar los aproximadamente 37 millones de personas que han perdido sus hogares o se han convertido en refugiados a causa de las guerras libradas por EE.UU. tras el 11-S.
Eso sin considerar que según el sitio, “Resumen Latinoamericano” Estados Unidos ha matado a más de 20 millones de personas en 37 “Naciones víctimas” desde la Segunda Guerra Mundial hasta el 2016. Aun cuando se entienda que una parte de las cifras de la “guerra contra el terror” puedan estar comprendida en esta última, el número total de fallecidos a causa de las guerras fratricidas del imperio es muy superior a las publicadas, pues los registros estadísticos de las mismas se consideran poco confiables por las fuentes y condiciones en que son obtenidos y el interés del homicida de disminuirlos.
Uno de los más deleznables hechos protagonizados por el ejército norteamericano ocurrió el 16 de marzo de 1968 cuando efectivos suyos dispararon contra la población civil indefensa de la aldea My Lai situada en la provincia vietnamita de Quang Nai, matando a 504 personas, entre ellas 182 mujeres, 17 de ellas embarazadas y 173 niños.
Lo señalado es solo una pequeña muestra de las atrocidades y violaciones de los derechos humanos de las cuales es responsable EE. UU., que tiene una larga historia de crímenes que comprenden, indígenas exterminados, negros segregados y hasta niños enjaulados.
Y es ese asesino en serie, quien pretende enjuiciar a Cuba por supuestas violaciones de los derechos humanos, ¡vaya cinismo!
Tomado de PostCuba