Por: MIGUEL CRUZ
Suponer que los revolucionarios estamos conformes con la situación del país, que nos hemos resignado y perdimos los sueños, es un error garrafal. No somos adictos a las carencias; no aplaudimos el desabastecimiento; no ignoramos los estantes vacíos, ni el agobio de colas interminables de las cuales también formamos parte. Añoramos la bonanza, la buena mesa, el mercado bien surtido, la despensa llena; pero, no hacemos el tiro al blanco con nuestros problemas ni nos quedamos en la superficie azarosa de la crisis. A los revolucionarios nos toca ir más profundo, descubrir la raíz de los males, identificar los que son obra de nosotros mismos y actuar para ponerles coto, sin que la necesaria autocrítica se levante, como densa cortina de humo, para hacerles el juego a los que se han vuelto diestros en acomodar todos los males en el saco del estado.
A los revolucionarios nos toca una cuota mayor de análisis, que nos permita poner las culpas en el lugar exacto, sin olvidar que la táctica de nuestros enemigos siempre será tumbarnos la mata y luego hacernos responsables por la falta de frutos. En el humano instinto de encontrar culpables, no siempre es sencillo descubrir a los verdaderos.
A los revolucionarios nos toca proclamar que habrá un mejor futuro, con la enorme dificultad de hacerlo desde un presente tormentoso, esa difícil misión no pude ser cumplida, si las aguas del desaliento comienzan a hundirnos el bote. Para que otros lo crean, es preciso convencernos primero a nosotros mismos de que será posible.
A los revolucionarios nos toca parecernos mucho más a los que se sacrificaron por la Revolución que a los que se rindieron en el empeño, hay mucha gente en nuestra historia que superó momentos más complejos que los de hoy sin perder la esperanza y el optimismo.
A los revolucionarios nadie nos obliga a serlo y si lo hemos asumido, debemos comprender que no es una convicción cíclica o un barco que solo navega con el viento a favor, si lo somos siempre ha de ser con el mismo rostro y dispuestos a enfrentar más de una tormenta.
Tomado del perfil de Facebook del Autor