Por: Yusuam Palacios Ortega
Hace ya algún tiempo escribí estas notas que forman parte de otros textos sobre los retos de los jóvenes de hoy y la importancia del pensamiento. Hace ya algunos meses, un espacio de diálogo convocado por el Centro de Estudios sobre la Juventud, cuyo tema fue el pensamiento crítico me motivó a volver al papel y cuestionarme, desde mi condición de joven y heredero de una tradición filosófica, ética y cultural, de cuya fuente hemos de beber siempre; la necesidad de penetrar en lo que se ha llamado ejercicio del pensar. Tal motivación se renueva hoy a raíz de la realización por la Asociación Hermanos Saíz de las Romerías de Mayo, en tiempos de COVID19, desde las casas haciendo uso de las redes sociales.
Romerías de Mayo es un encuentro esencial, sobre todo en la hora actual de Cuba y el mundo. Es un reservorio de creación, lo más autóctono y original del arte joven, lo más genuino de una intelectualidad juvenil que siembra y funda aún en las peores circunstancias, en realidad en ellas florece más la creación. Y se crea moviendo el pensamiento, da órdenes el cerebro y se activan las capacidades diversas de cada creador. El debate se impone, no la sorda discusión, no la anémica complacencia, no la arrogancia intelectual que en sí misma es nociva; se trata de promover un ejercicio, dotarlo de iniciativas, hacerlo servir. Es el ejercicio del pensar, que nos fortalece y define.
De esta manera, y recordando mis días en Romerías, específicamente en un espacio vital de pensamiento que centra su atención en la preservación de la memoria. Decía Martí: «Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas»; ello es premisa para consolidar el espacio Memoria Nuestra, para pensar, que es servir, para servir desde el pensamiento. Vengan siempre Romerías de Mayo que todo tiempo es corto para hacer.
I. Breves apuntes sobre los retos de los jóvenes
Es un reto de los jóvenes salvar la memoria histórica, mantener a buen resguardo las ideas que defendemos. Para entender el momento que vivimos hay que ir a la historia, son fuertes desafíos los que tenemos delante: la lucha por la paz, por el bien de la humanidad, por los pueblos sufridos del mundo; el enfrentamiento al capitalismo y al imperialismo dondequiera que estén, el combate ideológico y cultural, la batalla de símbolos que define posiciones, el ser revolucionario en el siglo XXI.
¿Cómo seguir abogando por el equilibrio del mundo, por la unidad de nuestros pueblos; ¿por consolidar procesos revolucionarios progresistas, de izquierda, de justicia social?; ¿cómo mirar a los jóvenes del mundo con los ojos de hoy para que haya un mañana, sin olvidar nunca el ayer?, ¿se puede seguir siendo un soñador y, como Martí, ponernos la camisa al codo, hundir las manos en la masa y levantarla con la levadura de nuestro sudor?, crear como palabra de pase de cada generación.
Eso es ser joven, esa es la condición: crear, porque una juventud que no crea, nos dice el Che, es una anomalía realmente. Fundar, estos son tiempos de fundar; de sembrar ideas, muchas ideas, conciencia y más conciencia. Jóvenes revolucionarios que saben por qué luchan, que les dan sentido a sus vidas, al momento histórico; que están llamados a salir al camino redentor con el ímpetu de los que no se acoquinan ni renuncian a los ideales que los mueven.
Retos y desafíos de una juventud que ha de luchar por sueños de justicia. Eso es lo primero, el compromiso adquirido con una causa, con la defensa de ideas, bajo los pivotes éticos de la verdad: el enfrentamiento al capitalismo, continuar la lucha por vencer al imperialismo y hacer de la humanidad ese lugar hermoso que merecemos. Hay que descifrar las claves del ser antimperialista, asumir una cultura, porque esta es una guerra cultural, de resistencia y asimilación crítica del momento histórico (es tener sentido del mismo nos enseñan Fidel y el Che); para así, con las herramientas teóricas y una plataforma ideológica capaz de vencer lo hegemónico de un sistema insostenible como el capitalismo, lograr cambiar lo que deba ser cambiado, transformar la realidad que vivimos, desde la lealtad reflexiva con lo que creemos y la asunción de los códigos nuevos de la actualidad.
El pensamiento deviene esencia y reto de los jóvenes que militan por la justicia social; el ejercicio del pensar desafío, medidor constante de cuanto hacemos y cuán efectivos somos en la lucha anticapitalista. Esta lucha requiere de preparación, de constante superación y formación política; de salvar en primer orden la cultura. “Ser culto es el único modo de ser libres”; hay que desterrar las bases coloniales y neocoloniales de nuestros procesos, dotarlos de una libertad plena que pasa por la defensa de la cultura, por la aplicación de formas cultas de hacer política, desde lo autóctono de nuestros pueblos.
Hemos de abanderarnos con las ideas revolucionadoras del marxismo, ahí están las bases teóricas necesarias (con lo original y propio de cada pueblo y proceso) para elevarnos sobre lo común de la naturaleza humana, y formar el hombre nuevo en la sociedad nueva de que hablaba el Che. De ahí la importancia de la subjetividad humana, lo que puede lograrse con la forja de valores, el cultivo de lo mejor del pensamiento y la praxis revolucionaria (sobre la base de una teoría revolucionaria) en la transformación del mundo: destronar al capitalismo e instaurar el socialismo; ello desde la cosmovisión de Mariátegui; sin calco y sin copia: creación heroica; es dar, desde la cultura de hacer política, el pase generacional desde la creación.
II. Necesidad del ejercicio del pensar.
Para combatir el imperialismo requerimos del ejercicio del pensar; éste se vuelve indispensable. De igual manera, pensar el socialismo es vital para la revolución y los revolucionarios, ello desde el ejercicio del criterio como base de la crítica en José Martí. De ese tamaño es el desafío, y debe ser asumido y vencido por nuestra generación, la misma que ha de armarse teóricamente para encontrar respuestas a las interrogantes de nuestro tiempo; en Mella, Mariátegui, Ponce, Rodó, Ingenieros, Vasconcelos, Roa, Guiteras; con la viva experiencia de los hacedores de la Revolución y ejemplos de revolucionarios antimperialistas como Fidel Castro, el Che Guevara, Allende y Chávez; y así participar de la construcción de una sociedad mejor, de la alternativa al capitalismo, de la contracultura que representa el desafío socialista.
Y en esa incesante búsqueda de las respuestas de nuestro tiempo andamos jóvenes de hoy, con la vivencia de una Revolución que se debate a sí misma, con sus complejidades y retos económicos, sociales, políticos, culturales e ideológicos; y un futuro que tenemos que seguir pensando, el de la Cuba que continúa apostando por el Socialismo, que lucha por un mundo mejor, que no detiene su marcha hasta ver derrocado el imperialismo, que defiende su historia, símbolos, cultura; una Cuba que alcanzó su libertad con el sacrificio que necesitaba la Patria, simbolizado en la sangre derramada por muchos de sus hijos y la resistencia del heroico pueblo.
Pensar como país, a esto nos ha llamado nuestro presidente Díaz-Canel; a hacer de este ejercicio un método de trabajo consecuente con los desafíos que tenemos, a practicarlo con coherencia e inquietud revolucionaria. Y pensar Cuba es sentirnos parte de su realidad, no sólo para criticarla, sino para contribuir a transformarla; y aquellos problemas que tenga, solucionarlos. Hay que pensar Cuba como ejercicio teórico, haciendo valer los resultados de la ciencia y la técnica, pero más todavía desde la cotidianidad del cubano; allí, donde vemos la porción de humanidad (la Patria) más de cerca. Hacer de lo hermoso lo cotidiano, ahí también está el reto.