Cuba ante la COVID-19: los que curan y los que envenenan

Autor: Javier Gómez Sánchez

Los cubanos enfrentamos día tras día junto a los pueblos del mundo el riesgo de contagiarnos con el virus de la covid-19. Frente a ese peligro se asumen labores extraordinarias por personas conscientes de estar expuestas, para mantener a salvo la vida de todos los ciudadanos de este país y los extranjeros que permanecen aquí. Para cuidar a los enfermos y proteger a los sanos, la movilización de fuerzas es extraordinaria, incluso para una nación acostumbrada a levantarse tras los huracanes.

Desde integrantes del Gobierno nacional, como de los provinciales y municipales, que apenas duermen, medios de prensa que no descansan, ministerios completos buscando soluciones, haciendo gestiones internacionales con países con 12 o 16 horas de diferencia para que desde el otro lado del mundo llegue a Cuba lo necesario; hasta humildes choferes que manejan taxis, ambulancias, guaguas y camiones contra el cansancio.

Gente que cultiva la tierra bajo el sol, que vela porque haya electricidad en nuestras casas y gas en nuestras cocinas, alimento en la mesa de nuestros hijos y agua en los labios de los enfermos. Gente que sigue trabajando, cargando los tanques de oxígeno en camiones que los llevan al hospital. Policías para los que el riesgo no termina cuando usted ya ha comprado, sino cuando es relevado para volver a salir mañana.

Cuba está dando su propia batalla por el mundo. Bajo un bloqueo que hace la vida más dura para todos, sin que por eso nos dediquemos a rogar por la lástima temporal de quienes lo siguen imponiendo. Cuba es una nación que está pagando el precio de su Independencia y no un niño pidiendo que se le levante un castigo.

¿Y mientras tanto qué hacen otros? ¿Qué hacen otros en Cuba y en el mundo? Uno se pregunta eso, porque para los cubanos, sin ser la excepción, este virus nos ha llegado acompañado de las peores intenciones.

A cada cubano con algún uso de internet, nos ha llegado de una forma u otra, una cantidad de contenidos falsos, malintencionados, pensados para crear alarma, pánico, desconfianza y desinformación, para enfermarnos más allá del virus.

Así han circulado por Messenger y WhatsApp varios audios de voces anónimas. Mientras cada día una cantidad de páginas web, que se financian y funcionan desde ee. uu., con empleados en Cuba, tratan de poner en nuestros muros de Facebook todo cuanto pueda envenenar nuestra visión de la realidad. ¿Se debe tolerar en tiempos de pandemia, sin interferencia alguna, lo que se tolera habitualmente?

En Argentina varios individuos se enfrentan a juicio con posibles condenas de hasta seis años de cárcel por difundir noticias falsas y contenidos malintencionados sobre el coronavirus. En Rusia se ha creado en el Gobierno un grupo de trabajo contra noticias falsas, aprobándose condenas desde multas de 25 000 euros hasta cinco años de cárcel para personas, y 125 000 euros para medios de comunicación que se dediquen a difundirlas. En Kazajistán se castiga con un año de cárcel a creadores de cadenas de mensajes falsos. En Malasia, por lo mismo, de 11 000 euros a un año de cárcel, con más de 20 acusados. En España, uno de los más afectados por el virus, y donde ya se habla del «negocio de las noticias falsas» asociadas a la covid-19 y el tráfico en la red, hasta cinco años.

En Perú, primer país latinoamericano en anunciar condenas a raíz de la pandemia, hasta seis años. En la India, donde se ha iniciado una lucha contra la «infodemia», se han producido varias decenas de arrestos por este motivo. En Chipre, las autoridades revelaron que 22 personas son investigadas. En África, uno de los escenarios más vulnerables, Sudáfrica, Kenya y Nigeria han anunciado fuertes sanciones. Incluso Islas Salomón, con solo medio millón de habitantes, informó el arresto de uno de sus ciudadanos por difundir contenido malintencionado.

En Canadá, el miembro de la Cámara de los Comunes, Charlie Angus, expresó al apoyar una ley contra la manipulación informativa durante la pandemia: «Esto no es una cuestión de libertad de expresión, es una cuestión de gente que está trabajando para difundir desinformación». El legislador canadiense se unió a homólogos británicos para crear una iniciativa internacional para la identificación de contenidos malintencionados en la web.

En el Reino Unido, la unidad gubernamental para el trabajo anti fake news declaró que investiga más de diez contenidos por día, algunos de ellos con más tráfico acumulado en la red que todos los boletines oficiales de salud sobre la covid-19, que se han emitido en ese país juntos.

En Cuba, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez advirtió: «Hay un enjambre anexionista en redes sociales tratando de sembrar incertidumbre y pánico… Cuba dispone de una poderosa red de medios públicos y de comunicación social que han demostrado profesionalidad, pasión y consagración absoluta al oficio de informar».

No faltarán los que quieran ver ese enjambre mediático a través del miope cristal de la supuesta «libertad de prensa» y del llamado «periodismo independiente» con que se presenta, pero serán más los que no se dejen engañar ante las pretensiones de disfrazar del honesto oficio de la prensa y del ejercicio de la libertad, las intenciones de los que ven en el coronavirus la oportunidad perfecta para sus propósitos, en una guerra mediática desde hace tiempo lanzada sobre los cubanos. Hay virus que sí se ven. Cuba sabe quién la cura y sabe quién la envenena.

Tomado de: Granma

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s